FRANCISCO VILLAESPESA
(1877-1936)
Poeta, periodista, dramaturgo
y novelista español.
¡Oh enfermas manos ducales, olorosas manos blancas!... ¡Qué pena me da miraros, inmóviles y enlazadas, entre los mustios jazmines que cubren la negra caja! ¡Mano de marfil antiguo, mano de ensueño y nostalgia, hecha con rayos de luna y palideces de nácar! ¡Vuelve a suspirar amores en las teclas olvidadas! ¡Oh piadosa mano mística! Fuiste bálsamo en la llaga de los leprosos, peinaste las guedejas desgreñadas de los pálidos poetas; acariciaste la barba florida de los apóstoles y de viejos patriarcas, y en las fiestas de la carne, como una azucena, pálida, quedaste, en brazos de un beso, de placer extenuada... ¡Oh manos arrepentidas! ¡Oh manos atormentadas! ¡En vosotras han ardido los carbones de la Gracia! ¡En vuestros dedos de nieve soñó amores la esmeralda; fulguraron los diamantes como temblorosas lágrimas, y entreabrieron los rubíes sus pupilas escarlata! ¡Junto al tálamo florido, en la noche epitalámica, temblorosas desatasteis de una virgen las sandalias! ¡Encendisteis en el templo los incensarios de plata, y al pie del altar, inmóviles, os elevasteis cruzadas como un manojo de lirios que rezase una plegaria! |
¡Oh mano exangüe, dormida entre flores funerarias! ¡Los ricos trajes de seda, esperando tu llegada, envejecen en las sombras de la alcoba solitaria! ¡En Ia argéntea rueca, donde áureos ensueños hilabas, hoy melancólicas tejen sus tristezas las arañas! ¡Abierto te espera el clave, y sus teclas empolvadas aun de tus pálidos dedos las blancas señales guardan! En el jardín, las palomas están tristes y calladas, con la cabeza escondida bajo el candor de las alas... ¡Sobre la tumba, el poeta inclina la frente pálida, y sus pupilas vidriosas en el fondo de la caja aún abiertas permanecen, esperando tu llegada! Blancas sombras, blancas sombras de aquellas manos tan blancas, que en las sendas florecidas de mi juventud lozana deshojaron la impoluta margarita de mi alma... ¿Por qué oprimía en la noche como un dogal mi garganta? ¡Blancas manos! ... Azucenas por mis manos deshojadas... ¿Por qué vuestras finas uñas en mi corazón se clavan? ¡Oh enfermas manos ducales, olorosas manos blancas! ¡Qué pena me da miraros inmóviles y enlazadas, entre los mustios jazmines que cubren la negra caja! |
miércoles, 3 de julio de 2013
LA SOMBRA DE LAS MANOS
domingo, 20 de enero de 2013
LAS MANOS EN LA POESÍA
"Es interesante comprobar la importancia que tienen las manos en la Poesía. Yo no era muy consciente de ello hasta que la casualidad me hizo ver que he escrito no pocos poemas en los que las manos tienen una importancia relevante, e incluso esencial, bien como protagonistas indiscutibles, bien como elementos necesarios en el desarrollo de una historia determinada. Y es que los mortales necesitamos las manos para tantas y tantas cosas… Por ejemplo:
Para sembrar
Con mano pendular, sincronizada
al ojo, al corazón y a la rodilla,
el hombre desparrama la semilla
del trigo, del centeno o la cebada.
Para hacer tratos:
La mano fue el juramento
de la sangre
para sellar la palabra.
El corazón un testigo insobornable.
La garantía era el alma.
Para abrazar:
Mis manos son dos tenazas
para abrazarte,
pero tu cuerpo es figura
que en la aventura
se parte.
Para iniciarse en el amor:
“Poco a poco mi mano
cayó sobre la tuya y ¡zás!
Así llegó el instante
en que tembló la tierra”
Para acariciar:
“Yo te ofrezco las manos para
que sean servidumbres de tu piel
y logren con sus dedos la constante
recreación de la caricia”
Para ponerse al servicio de la pasión:
“Y te cubro de seda hasta que
el peso de mis manos
estimule los potros de tu piel
y de nuevo la bestia nos exalte”
Para aceptar proposiciones:
¿Te atreves a mirarme,
sentarte junto a mí, tomar mis manos
y darme tu silencio en esta noche infinita?
Poemas a las manos, propiamente:
Serían aquellos en los que las manos se yerguen como protagonistas ¿Las dos? Pues, mira, no, parece ser que las manos no salen siempre juntas. Y hasta puede que, en ocasiones, tenga más fuerza una sola. Pruébalo, si quieres, pegando un puñetazo sobre la mesa. Dejo aquí un par de representantes. Con licencia para criticar. Y con un abrazo.
Tus manos
No tienen sitio tus manos
entre mis manos.
No tienen sitio.
Porque sus leves temblores
no son de amores,
sino de frío.
Las manos enamoradas
no están calladas.
Hablan a gritos.
Tus manos están vacías
y entre las mías
no tienen sitio.
Del libro “El cielo se hizo de amor”
La mano
Se me ha encogido esa mano
que tuve siempre tendida,
pues si la fe no me falta
me va faltando la vida.
Espero con los que esperan
una inminente partida,
sereno, sin hacer sombra
y con la mano encogida.
La mano que estuvo llena
de corazón y caricias,
la que regando las flores
se fue quedando marchita."
De la serie “Expresiones propias”
Poemas recreados: http://groups.google.com/group/paisajes-literarios
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