domingo, 17 de agosto de 2014

MANOS Y POEMAS VISUALES DE ROMINA CAZÓN

http://boek861.com/proyectos_rec/pry/0%20romina.pdf


 
 
Romina Cazón, escritora, artista audio-visual y promotora cultural. (Argentina,

1981). Sus textos se hallan parcialmente publicados en antologías, como

también en revistas impresas y digitales de Latinoamérica y Europa.

Es autora de Con mis uñas de gata (poesía japonesa, 2008), Patria

Ajena (poesía 2010), Del fondo de ningún vientre (poesía, 2012) y De sus

piernas en mi cuello (cuentos, 2013) Artefatuo (poesía visual, 2014),

Material On /Off (poesía visual, ebook, 2014)

Compiladora de Panorama de la poesía mexicana (poesía reunida, 2009)

Dirige la revista de arte y cultura, El humo (www.revistaelhumo.com). Es

responsable de Ediciones El humo, que cuenta con once números en la
colección Ojo Cautivo



II
Y lloraba con lentitud como un niño que recién ha perdido
 la respiración y la sonrisa de su madre.
Hernán Lavín Cerda

Madre, cuando me fui de tu sombra, le lloré a la tierra todo el llanto con el que nací. Por debajo de mi camisa corría un riachuelo, lo supo la nostalgia de mi piel sombría. Nunca quise dejar la casa ni las miradas. Jamás volví a encontrarlas en este lugar, pero al final  todo es por la fuerza de la costumbre, como dice Camus. Me acostumbré como quien se acostumbra a estar a un centímetro del tren, a estar colgada de un hilo en la recámara fría de un hospital, a ver pupilas femeninas y hallar  porciones de una madre con otros nombres y atuendos y perfumes.
 
Toda partícula que hallaba, me devolvía tu mirada. Es cierto, me hiciste falta, pero nunca quise abrir la boca para contártelo. Me faltó hilvanar las oraciones. Me faltó la aguja.

III
Madre, mientras yo tomaba distancia de tu cocina, la medida perfecta de la sal ya no tocaba mi lengua. No más sabores de tus manos, no más el deleite, no más el encuentro de nuestra sangre.
Y mientras yo te dejaba en ese país donde las cosas parecen que se caen sin los dedos,  en ese país de sílabas que nos mienten. No más el pan muerto en la mesa de nuestra familia, no más la miseria a la hora de ir al baño, a la hora de salir de allí. No más el pecado de desear lo que el prójimo tiene, cuando no es su mujer a la que miramos. Ya no más el ventrículo de un alma joven. No más.

V
Madre, no sé si el regreso me sane. No sé si aleje este cáncer, esta necesidad de tus manos. No sé qué suceda cuando llegue a tu casa y no reconozcas mis bordes, mi nariz imperfecta. No sé qué haré si mi lengua le falla a tu comida.

VIII
A veces yo soy tu madre. Tengo la respuesta necesaria a tus dudas. Sé a qué hora llegará papá y lo que te dirá: todas sus mentiras. Sé lo que deseará comer un lunes y lo que te pedirá cuando ya no estemos en la mesa. Sé también que entrará mi hermano por esa puerta color sepia y te pedirá las uñas, luego el brazo y el muslo. Sé también que llegará tu nieta, más tarde tu nieto y que los abrazarás para sentirte madre nuevamente.
Sé que después llegaré yo, que nos haremos animales, que no sabremos los códigos ni los  signos, que no habrá razonamiento.