miércoles, 3 de julio de 2013

LA SOMBRA DE LAS MANOS


 
FRANCISCO VILLAESPESA
(1877-1936)
Poeta, periodista, dramaturgo
y novelista español.

¡Oh enfermas manos ducales,
olorosas manos blancas!...

¡Qué pena me da miraros,
inmóviles y enlazadas,
entre los mustios jazmines
que cubren la negra caja!

¡Mano de marfil antiguo,
mano de ensueño y nostalgia,
hecha con rayos de luna
y palideces de nácar!

¡Vuelve a suspirar amores
en las teclas olvidadas!
¡Oh piadosa mano mística!
Fuiste bálsamo en la llaga
de los leprosos, peinaste
las guedejas desgreñadas
de los pálidos poetas;
acariciaste la barba
florida de los apóstoles
y de viejos patriarcas,
y en las fiestas de la carne,
como una azucena, pálida,
quedaste, en brazos de un beso,
de placer extenuada...

¡Oh manos arrepentidas!
¡Oh manos atormentadas!

¡En vosotras han ardido
los carbones de la Gracia!
¡En vuestros dedos de nieve
soñó amores la esmeralda;
fulguraron los diamantes
como temblorosas lágrimas,
y entreabrieron los rubíes
sus pupilas escarlata!

¡Junto al tálamo florido,
en la noche epitalámica,
temblorosas desatasteis
de una virgen las sandalias!
¡Encendisteis en el templo
los incensarios de plata,
y al pie del altar, inmóviles,
os elevasteis cruzadas
como un manojo de lirios
que rezase una plegaria!




 
 

¡Oh mano exangüe, dormida
entre flores funerarias!
¡Los ricos trajes de seda,
esperando tu llegada,
envejecen en las sombras
de la alcoba solitaria!

¡En Ia argéntea rueca, donde
áureos ensueños hilabas,
hoy melancólicas tejen
sus tristezas las arañas!

¡Abierto te espera el clave,
y sus teclas empolvadas
aun de tus pálidos dedos
las blancas señales guardan!

En el jardín, las palomas
están tristes y calladas,
con la cabeza escondida
bajo el candor de las alas...

¡Sobre la tumba, el poeta
inclina la frente pálida,
y sus pupilas vidriosas
en el fondo de la caja
aún abiertas permanecen,
esperando tu llegada!

Blancas sombras, blancas sombras
de aquellas manos tan blancas,
que en las sendas florecidas
de mi juventud lozana
deshojaron la impoluta
margarita de mi alma...
¿Por qué oprimía en la noche
como un dogal mi garganta?

¡Blancas manos! ... Azucenas
por mis manos deshojadas...
¿Por qué vuestras finas uñas
en mi corazón se clavan?

¡Oh enfermas manos ducales,
olorosas manos blancas!

¡Qué pena me da miraros
inmóviles y enlazadas,
entre los mustios jazmines
que cubren la negra caja!

domingo, 20 de enero de 2013

LAS MANOS EN LA POESÍA

 
"Es interesante comprobar la importancia que tienen las manos en la Poesía. Yo no era muy consciente de ello hasta que la casualidad me hizo ver que he escrito no pocos poemas en los que las manos tienen una importancia relevante, e incluso esencial, bien como protagonistas indiscutibles, bien como elementos necesarios en el desarrollo de una historia determinada. Y es que los mortales necesitamos las manos para tantas y tantas cosas…  Por ejemplo:
Para sembrar
Con mano pendular, sincronizada
al ojo, al corazón y a la rodilla,
el hombre desparrama la semilla
del trigo, del centeno o la cebada.
Para hacer tratos:
La mano fue el juramento
de la sangre
para sellar la palabra.
El corazón un testigo insobornable.
La garantía era el alma.
Para abrazar:
Mis manos son dos tenazas
para abrazarte,
pero tu cuerpo es figura
que en la aventura
se parte.
Para iniciarse en el amor:
“Poco a poco mi mano
cayó sobre la tuya y ¡zás!
Así llegó el instante
en que tembló la tierra”
Para acariciar:
“Yo te ofrezco las manos para
que sean servidumbres de tu piel
y logren con sus dedos la constante
recreación de la caricia”
Para ponerse al servicio de la pasión:
“Y te cubro de seda hasta que
el peso de mis manos
estimule los potros de tu piel
y de nuevo la bestia nos exalte”
Para aceptar proposiciones:
¿Te atreves a mirarme,
sentarte junto a mí, tomar mis manos
y darme tu silencio en esta noche infinita?
Poemas a las manos, propiamente:
 Serían aquellos en los que las manos se yerguen como protagonistas ¿Las dos? Pues, mira, no, parece ser que las manos no salen siempre juntas. Y hasta puede que, en ocasiones, tenga más fuerza una sola. Pruébalo, si quieres, pegando un puñetazo sobre la mesa. Dejo aquí un par de representantes. Con licencia para criticar. Y con un abrazo.
Tus manos
No tienen sitio tus manos
entre mis manos.
No tienen sitio.
Porque sus leves temblores
no son de amores,
sino de frío.
Las manos enamoradas
no están calladas.
Hablan a gritos.
Tus manos están vacías
y entre las mías
no tienen sitio.
Del libro “El cielo se hizo de amor”
La mano
Se me ha encogido esa mano
que tuve siempre tendida,
pues si la fe no me falta
me va faltando la vida.
Espero con los que esperan
una inminente partida,
sereno, sin hacer sombra
y con la mano encogida.
La mano que estuvo llena
de corazón y caricias,
la que regando las flores
se fue quedando marchita."
 
 
De la serie “Expresiones propias”
Autor de estas líneas: MARIANO ESTRADA www.mestrada.net Paisajes Literarios